Viaje de ecos

Sobre el eco o la necesidad del grito. Alejandro Villar.
Durante siglos el arte ha pretendido la representación de la realidad, remedar la Naturaleza para evocarla o sublimarla a partir del principio clásico de la mímesis. Así la creación es una consecuencia de la observación del entorno en un proceso paralelo al del propio conocimiento, pues el hombre aprende imitando al resto de seres de su especie. Esa tendencia a la repetición, instinto inherente a nuestra condición humana, parece sublevarse cuando el artista decide explorar terrenos introspectivos, gira hacia la emoción y al sentimiento a partir de los valores propios de la pintura, el color y la forma, descubriendo su propia naturaleza plástica. Es aquí cuando el arte se convierte en eco elocuente de nuestro mundo interior. La vida rezuma en la piel, eleva su potencia y dispara la intensidad sonora de los sentimientos que afloran en forma de poesía visual sobre lienzo.

Esa condición inmediata del arte es la que explora Emilio Pascual en esta exposición que nos sumerge en el campo autobiográfico, edificado con recuerdos, vivencias y pasiones que se expanden mediante planos superpuestos de color, gestos y cadencias que susurran los secretos de una vida. La presencia abstracta de sus pinturas se debe a un propósito de sinceridad, de conectar sin tapujos con la desnudez de nuestra conciencia, libre de retóricas y entelequias que entorpecen la recepción honesta de la voz de la memoria en colores, sensaciones y trazos. Y al fin, es nuestra mirada la que percibe y reconoce el eco encadenado de recuerdos del artista.

La intención emotiva convierte a Emilio Pascual en un pintor auténtico que se enfrenta al lienzo libre, pero consciente de los recursos y principios de la abstracción postpictórica. A pesar de la libertad que reina en el proceso de creación, Emilio ejerce un control poético que le permite construir de forma coherente la plástica de sus experiencias a partir de la superposición de planos de color, tachismo, brochazos y veladuras.

Nace con él un nuevo concepto de pintura expansiva que se nutre de una actividad generadora de fuerzas visuales tan puras que comunican directamente con nuestra sensibilidad estética más elemental, donde residen las emociones y reminiscencias sensoriales. En este sentido, Emilio Pascual trata de conciliar la tendencia automatista y directa con la intención constructiva: necesidad y voluntad convergen en un proceso que se retroalimenta creando geometrías indeterminadas, signos, líneas que dibujan y se desdibujan sobre capas de pintura que constituyen un paisaje de abstracta melodía. Es entonces cuando visualizamos la energía interna que dinamita el movimiento impregnado por el artista durante el proceso y que dota al lienzo de una belleza envolvente y turbadora por el gesto.

Son sus obras un campo de acción plena al que se entrega el artista en busca del encuentro con el color como uno de los efectos pasivos de expresión que sugieren directamente la voluntad del artista que comunica con nuestro inconsciente. Y en ello vemos una fusión muy personal de las míticas tendencias del Hard-edge y el Color –field, a la que se suma la herencia sígnica y brutalista postmoderna y una elaborada cultura visual del pintor que, a pesar de su vocación teórica, libera a su arte de todo conceptualismo.

Emilio Pascual es un representante único de una abstracción exquisita, que nos plantea la necesidad de vivir la experiencia del arte como una acción natural, vivencial y magnífica que solo requiere de la intención para causar un tsunami que emociona.
El Arte es la historia de un proceso. Emilio Pascual
Mi concepto del Arte no es conceptual, no es intelectual, está basado en lo vivido, en lo natural, en la sensibilidad de la mirada.

Mirar hacia fuera y ver para poder mirar hacia dentro, para conocernos íntimamente. Nuestra obra debe ser un apunte de nuestra vida, un producto de la emoción que sea capaz de emocionar.

Debemos aprender a “ser reflejo de nosotros mismos”, sin caer en intelectualismos innecesarios ni trampas dialécticas.

No estoy de acuerdo con esos artistas que saben demasiado bien qué quieren hacer.
El pintor, ante el vacío, ante ese espacio en blanco del lienzo, no tiene otra referencia que el diálogo que se establece entre él y ese soporte sobre el que se crea el pensamiento que intenta dar sentido a la imposibilidad de razonar.

Yo trabajo sin boceto, sin proyecto. De aquí viene la necesidad de concentrarse, de seguir paso a paso, de pedir a cada obra lo que ella quiere ser. Sentarse ante el vacío, ante la duda, es el momento más importante, y será en la decisión primera donde se empezará a generar todo el proceso de creación.

Creo en la práctica de la pintura como generadora de pensamiento, como generadora de conocimiento, donde la reflexión es la misma práctica; “no es lo que quiero decir, sino cómo lo digo”.

Hay que meterse dentro de la obra y seguro que surgirá la sorpresa que excite nuestra conciencia, esto es la autentica creación, una sorpresa que nos impide adormecernos. “Para mí la pintura es siempre lo desconocido, nunca se lo que vendrá” dice Bram Van Velde. En este momento cuenta más la sensibilidad, la emoción, la actitud, el sentir… que lo que desde la razón podamos reflexionar.

Yo elijo un soporte y comienzo un diálogo con la pintura, con el color, con el espacio, y con todo lo que vaya apareciendo en ese momento de tensión de emoción y de sorpresa de lo no conocido. Un trabajo rápido y tenso en el que los matices, transparencias, gradaciones, texturas, etc., se dan por el propio proceso de pintar. La pintura no es lo que pongo, sino lo que resulta. “La mano y la mirada se aúnan para dar resultados” que me señalan el camino a seguir hasta que aparece esa tensión de “lo no conocido” donde se refleja mi forma de mirar, mi forma de estar y de sentir.

El artista pinta y luego la obra será lo que sea, y si es, si se mantiene y queda, surgirán variadas y contrapuestas lecturas sobre ella. Pasaríamos de lo personal, lo mirado por el artista, a lo “estético”, lo valorado por la sociedad, por el espectador, generando seguramente un rechazo, ya que rompe su esquema de “lo bello”, “lo estético”, lo establecido o asimilado. No se puede imponer nada que no pertenezca a “la moda” o a otras visiones y concepciones que miren atrás. Por eso creo que no está en el ánimo primero del artista crear ningún valor estético. Si anteponemos la reflexión y este valor estético a la pintura estaríamos señalando una valoración que por señalada ya sería establecida y por tanto aceptada. Es la pintura la que nos lleva a “nuestro saber”, a descubrir y a valorar lo imprevisto con “pensamiento de pintor”, con “inteligencia de pintor” generando en este proceso la verdadera reflexión. Es en nuestras decisiones donde surge el nuevo pensamiento, que se define en el propio proceso de la obra.

En esa luz. Óleo sobre lienzo 150x150cm

Día lento. Óleo sobre lienzo 150x150 cm

Otro silencio. Óleo sobre lienzo 100x100 cm

Mis ideas amarillas. Óleo sobre lienzo 100x100cm

A lo azul. Óleo sobre lienzo 200x200 cm

Luz última. Óleo sobre lienzo 200x200 cm

Se va el día. Óleo sobre lienzo 200x200 cm

Yo y la tarde. Óleo sobre lienzo 150x150 cm

Solo al agua. Óleo sobre lienzo 100x100 cm

Día siguiente. Óleo sobre lienzo 100x100 cm

Recuerdos. Óleo sobre lienzo 150x150 cm

Mas allá. Óleo sobre lienzo 100x100 cm

Lugar. Óleo sobre lienzo 150x150 cm

Eco. Óleo sobre lienzo 200x200 cm

Rincón de agua. Óleo sobre lienzo 100x100 cm

Lugar verde. Óleo sobre lienzo 150x150 cm

Noviembre. Óleo sobre lienzo 100x100 cm

Huir azul. Óleo sobre lienzo 100x100 cm

Día nuevo. Óleo sobre lienzo 200x200 cm

Recuerdos al viento. Óleo sobre lienzo 100x100 cm

A las seis. Óleo sobre lienzo 200x200 cm

Sobre tu orilla. Óleo sobre lienzo 150x150 cm

Luz y negro. Óleo sobre lienzo 150x150 cm

Sin título. Óleo sobre lienzo 60x60 cm

Sin título. Óleo sobre lienzo 60x60 cm

Sin título. Óleo sobre lienzo 60x60 cm

Sin título. Óleo sobre lienzo 60x60 cm

Sin título. Óleo sobre lienzo 60x60 cm

Llanto de agua. Óleo sobre lienzo 200x200 cm

Azul. Óleo sobre papel 112x76 cm

Lejos. Óleo sobre papel 112x76 cm

Sin título. Óleo sobre lienzo 60x60 cm

Sin título. Óleo sobre lienzo 60x60 cm

Sin título. Óleo sobre lienzo 60x60 cm

Sin título. Óleo sobre lienzo 60x60 cm

Sin título. Óleo sobre lienzo 60x60 cm

Sin título. Óleo sobre lienzo 60x60 cm

Sin título. Óleo sobre lienzo 60x60 cm

Sin título. Óleo sobre lienzo 60x60 cm

Sin título. Óleo sobre lienzo 60x60 cm

Sin título. Óleo sobre lienzo 60x60 cm

Sin título. Óleo sobre lienzo 60x60 cm