Pretextos. Palabras para el silencio

El yo contenido. Pedro Alberto Cruz Fernández.
La evidencia – para no referirnos a “realidad”, término y concepto discutible cuando se pretende convertirlo en axioma- demuestra tozudamente que la obra de arte no es más que una manifestación del “yo” del artista, una transferencia –interactiva unas veces, otras simple adición egoplástica al soporte, si hablamos de pintura- del modus operando tendente al relato descriptivo de la personalidad, sea cual fuere ésta, para mayor gloria del autor.

El yo, asimilador o contenedor de lo colectivo, es también la sima en la que se depositan los estratos de la vida: la vivida – recuerdos- y la que queda por vivir – la proyección de futuro- , siendo ésta ofrecida como origen de la obra, aunque son aquellos los que , debidamente tamizados y readaptados, “donan los materiales” para su construcción. Esto es, sin darle más vueltas, la reafirmación del yo.

Pero el “yo” – punta del iceberg de la pretendida individualidad-, por su propia definición se manifiesta de muy diversas maneras, actúa en aras de unos intereses – no siempre los mismos- y deja constancia de una “tendencia” en la obra. Por lo común, la manifestación del yo se traduce en “actuación” egolátrica, ya esté dirigida a la exaltación propia o sirva de catarsis personal, de expositor de miserias, que-deben-ser obligatoriamente alabadas por los demás. Pero…

Existe otra –otras- vía, otro modo de enfocar, de verter, de trasladar, y que denominamos el “yo contenido”; y es aquí, en este punto, donde encontramos a Emilio Pascual, donde aparece su obra, y adonde debemos dirigirnos para tener una visión más completa de un círculo que, por su dimensión, siempre debiera tener un punto de escape abierto.

La evidencia – y retomamos el principio del texto- nos demuestra hasta el “ahora” presente carácter personal de la obra del pintor yeclano, de la continua presencia del yo en sus realizaciones, carentes de sentido sin la presencia de éste. “Yo” que, sin embargo, no es impositivo, no asalta desde el lienzo al viandante/espectador agrediendo su retina y mente con un lenguaje vociferante, lleno de vocablos ampulosos o de expresiones groseras; es comedido, tranquilo en la compleja pero fluida sintaxis con la que construye y desarrolla su discurso de manchas, color y
Luz, que sólo presenta como relación con lo concreto la forma más abstracta de expresión: la palabra escrita.

La contención del “yo” – esas acertadas “palabras para el silencio”- necesariamente parte de la íntima reflexión, de la depuración de la imagen que permite llegar a esa región en la que la imagen – simulacro de realidad, ficción de la verdad- no existe, la forma no se concretiza y solamente se percibe y se siente libre de cualquier emoción que arrastre al camino fácil del grito. La abstracción es la consecuencia lógica, necesaria e inevitable; el modo y medio de expresión – de manifestación- de aquel que ha superado la odiséica prueba y libremente nos hace partícipes de su experiencias “en el silencio”. Y en estos cuadros que ahora expone Emilio Pascual, en La Ribera, la –todavía- extendida dificultad de comprensión de lo no referenciable cede, se diluye ante la presencia de un “yo” – el “yo” del artista- contenido, cierto y participativo; de un “yo” que encuentra en la armonía el sentido para su pintura.
Crítica de arte: “Pretextos”.
La imagen, como representación de la realidad a la que se aferran ojo y mente, es engañosa, falsa y llena de prejuicios; acomodada a usos e intenciones y susceptible de ser manipulada según intereses más o menos bastardos. Si descendemos a lo cotidiano y, por unos instantes, proyectamos fuera todo lo que nos envuelve, bombardea y trata de dirigir gusto y opinión, las imágenes –más o menos agradables- desfilarán cual espectros y la reflexión subsiguiente será: ¿vivimos nuestra realidad o la que otro quieren hacer que vivamos? Si somos consecuentes –y aunque luego volvamos a ella- descubriremos la ficción de la imagen.

El sofisma de la imagen se diluye en la propia argumentación cuando, y no son raros los casos, el hacedor de obras de arte no nos la muestra como paradigma y verdad de fe, sino como el apoyo referencial para el desarrollo de su discurso; y, mucho más, cuando se libera de sus ataduras y la suprime en aras de una comunicación sin intermediarios. Emilio Pascual –incluido en el último grupo- llega a esta conclusión por coherencia, y se aleja de la imagen tras un proceso reflexivo/introspectivo que conduce, en esa búsqueda/descanso al interior del yo personal, al estadio en el que desaparecen las referencias, en el que las formas no existen y sólo el color distribuido armónicamente en la superficie visible dan la respuesta a la pregunta inicial de todo indagador.

El proceso no concluye con una respuesta negativa, porque el resultado, al eliminar las ficciones y los espejismos, nos habla de la veracidad del sentimiento, manifestado sin artimañas ni afeites: desnudo en su trazo, en cu mancha.

No obstante, y sin forzar su lenguaje, -porque la palabra escrita es la mayor de las abstracciones- el pintor de Yecla introduce unos breves textos que adquieren categoría expresiva y explicativa (no en balde titula la exposición “Pretextos”), e incluso pueden ser interpretadas con la ambigüedad que la propia palabra posee; y también, como expresión sonora y visual (no hay que olvidar el subtítulo: “Palabras para el silencio”) de lo vivido y sentido en ese viaje hacia ese yo que contiene las emociones y prefiere dejar su huella impresa en el lienzo sin estridencias, sin gestos desaforados, seguro de ser él y de no engañar al no intentar imponer ninguna imagen como realidad.
Pedro Alberto Cruz. “La Verdad”. Junio 2006.

Rasga. Óleo sobre lienzo 150x150 cm

Imperceptible. Óleo sobre lienzo 150x150 cm

Pincelada blanca. Óleo sobre lienzo 200x200 cm

Ar. Óleo sobre lienzo 150x150 cm

Verdes. Óleo sobre lienzo 150x 150 cm

Verde. Óleo sobre lienzo 150x 150 cm

En mancha. Óleo sobre lienzo 150x 150 cm

Blancos brotan. Óleo sobre lienzo 150x 150 cm

Crecen. Óleo sobre lienzo 150x150 cm

Despiertan sonora. Óleo sobre lienzo 150x 150 cm

El c. Óleo sobre lienzo 150x150 cm

Ya el horizonte. Óleo sobre lienzo 150x150 cm

Por los ramajes. Óleo sobre lienzo 150x150 cm

Sonoras. Óleo sobre lienzo 150x 150 cm

Surcado por las líneas. Óleo sobre lienzo 200x 200 cm

Concierto de voces. Óleo sobre lienzo 200x 200 cm

Sondeando. Óleo sobre lienzo 150x150 cm

Rasgados trazos. Óleo sobre lienzo 150x150 cm

Chillones. Óleo sobre lienzo 150x150 cm

Reducida. Óleo sobre lienzo 150x150 cm

Las encendidas tintas. Óleo sobre lienzo 150x150 cm

En el. Óleo sobre lienzo 150x150 cm

Agudas, graves. Óleo sobre lienzo 150x150 cm

Oscuridad. Óleo sobre lienzo 150x150 cm

Empiezan. Óleo sobre lienzo 150x150 cm

Un. Óleo sobre lienzo 150x150 cm

De espumas. Óleo sobre lienzo 300x 150 cm

Horizonte. Óleo sobre lienzo 200x100 cm

Sinuosas. Óleo sobre papel 112x76 cm

En. Óleo sobre papel 112x76 cm

Todos. Óleo sobre papel 112x76 cm

Persisten. Óleo sobre papel 112x76 cm

Incierta. Óleo sobre papel 112x76 cm

Cas. Óleo sobre papel 112x76 cm

Con. Óleo sobre papel 112x76 cm

Claro. Óleo sobre papel 112x76 cm

Cielo. Óleo sobre papel 112x76 cm

Aires. Óleo sobre papel 112x76 cm

De mi memoria. Óleo sobre papel 152x112 cm