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ARTE BÁSICO, GESTUAL, PERSONAL Y LÚDICO

“La buena pintura surge de las decisiones no sabidas, de las decisiones no aprendidas”.
Joan Hernández Pijoan

La razón es importante en la creación, pero debe ser algo interior en el artista algo que regule sus sensaciones. A veces estamos demasiado preocupados por hacer alardes de originalidad y la obra se nos queda superficial. La idea siempre ha sido el punto de partida para una obra o una colección, pero igual que nos sirve de inspiración también nos puede asfixiar.

Con la razón debemos mirar de manera calmada, madurando, ordenando los sentimientos, controlando lo impetuoso de la creación para que así aparezca la belleza.
La pureza del arte no está en la cabeza del artista, sino en la obra acabada.
Para mí, la experiencia del arte es estética, es un nuevo significado, el arte es algo que debe afectarnos emotivamente. En la creación no debe ser el conocimiento razonado el que dé el sentido a la obra, sino la manera en que el artista transforma sus sentimientos con los medios y lenguajes que le son propios. El artista en su trabajo de ida y vuelta, de búsqueda o de encuentros va consiguiendo que la razón se funda en la obra transformándose en una imagen visible.

La verdadera obra surge en la inconsciencia, debemos saber valorar el encuentro, debemos saber parar en un momento concreto de la creación y terminar emocionándonos.

Esta última obra es quizás más esquemática, con mayores superficies vacías aparentemente. Siempre he estado preocupado por el volumen y por la ordenación espacial. Mi reto personal siempre ha sido la composición, donde el color, el gesto, los grafismos o los textos generan ritmos y acordes y que junto a la materia crean una sintaxis que me permite explorar el vacío, la emoción y el silencio.
Técnicamente trabajo con grandes espátulas que me permiten distribuir rápidamente la materia del óleo, estas grandes masas de color las trabajo en mordiente, antes de que sequen, convirtiendo la superficie del lienzo en una gran paleta donde el color y sus matices nacen casi de manera inconsciente.

Persigo una reducción formal en la que lo mínimo se convierta en presencia radical, en materia que hable por sí sola, de ella misma.

Hay en mi obra un gusto por la variación mínima, por el matiz, por el rastro del pincel o del lápiz.

Personalmente entiendo el arte como conocimiento y experiencia, y por tanto, afectado por la fenomenología psicológica, pero en lo posible, separado de intelectualismos innecesarios.

Mi pintura no busca el aplauso de la masa, sino tomar conciencia de lo sutil.
Es el canto al arte del recogimiento, a la mirada que nos conduzca a la paz interior. Ha llegado el momento de contemplar el silencio, de disfrutar de la libertad de la sencillez al son de las notas de estas partituras pictóricas.

Necesitamos más silencio, “un silencio para desaparecer dentro de uno mismo”.

“La pintura es allá, continuará siendo y continuará habiendo buena pintura. Es un lenguaje, y como tal, es perfectamente válido.
La pintura no es reproducible, es táctil, esto es lo que la diferencia de la imagen.
En la pintura por tanto siempre será mas importante el cómo está dicho que el qué se quiere decir. Será más importante el cómo que la idea. La pintura une lo manual con lo intelectual.

“Soy pintor y por esto, porque cada día me enfrento a la práctica de la pintura, pienso que la mano y la mirada pueden crear pensamiento y que la erudición nunca sustituirá al gusto, puesto que la pintura, para mí, es la esencia de la dignidad y la belleza”

Joan Hernández Pijoan